Es mucho lo que podríamos decir de este enemigo crucial de nuestro desarrollo como seres integrales que practican el liderazgo y su vocación, el ego es algo que crece inherente al ser humano, es pulido y perfeccionado durante décadas en nuestras vidas por nuestras familias, por nuestros amigos y aun por lo que vemos y vivimos cada día. Hasta que de repente despertamos y nos damos cuenta que de nada nos sirve y de nada nos servirá el mantenerlo en nuestras vidas sino para causar dolor a los que están a nuestro alrededor, por el, nos duele dar a los demás de lo que Dios nos ha dado el privilegio de disfrutar, por el, nuestras vidas sufren cada vez que no logramos lo que queremos, por el, evitamos amar a los demás como quisiéramos que nos amaran a nosotros, por el, nosotros vamos en pos de cosas que nos benefician a nosotros en vez de beneficiar a todos.
Necesitamos ver y comprender de donde proviene, y que hace en nosotros para que podamos vencerle en nuestro interior y al fin podamos ver en nosotros mismos la muestra de que un ego grande solo causa estragos grandes, y un ego sano, puede amar sin prejuicios, ni egoísmo.
Un ego grande fácilmente se reciente, fácilmente ve el error en los demás, fácilmente se enfurece, fácilmente se defiende, fácilmente encuentra excusas, difícilmente se disculpa o pide perdón, difícilmente ama sin esperar nada a cambio, difícilmente da, difícilmente deja de pensar en su beneficio propio.
El egoísmo es muestra de la falta de identidad que aqueja toda nuestra sociedad, un ser sin identidad facilita la explotación de su ego.
Necesitamos enfrentar a este enemigo que habita en nosotros y que nos aleja de unas mejores relaciones personales, una mejor relación de pareja, un mejor ambiente laboral y una mejor vida, es tiempo de enfrentarlo y reconocerlo en nuestras vidas, para que podamos ser libres.
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